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¿Por qué llevarlas a la guardería?


Ya llevan casi una semana en la guarde y no podemos estar más contentas las tres. La adaptación está yendo genial y parece que les gusta mucho estar allí. Además, disponer de dos o tres horas para mí por la mañana me da la vida. Cuando digo para mí no quiero decir que me vaya a un spa o me tire en el sofá a leer un libro, aunque si algún día lo hiciera, tampoco pasaría nada. Pero más bien me refiero a poder hacer cosas en casa o relacionadas con mi trabajo, salir a hacer la compra, realizar gestiones… todo esto estaba siendo ya tarea imposible con las niñas.

Y es que ya no son las dos bebés que se pasaban horas durmiendo o sentadas en sus hamacas mirando las musarañas. Eso se acabó. Ahora quieren caminar, gatear, que juegue con ellas... Y al ser dos, todo requiere doble esfuerzo. Por la noche, con el agotamiento que tengo encima, me cuesta horrores trabajar en el ordenador sin quedarme dormida. Imposible concentrarme en nada. Y sí, los hijos son la prioridad, pero seamos realistas, también necesitamos tiempo para otras cosas, y es más, un poquito de desconexión nos viene bien a las tres.

Aunque el motivo principal por el que han comenzado a ir al centro infantil es que en unas semanas comenzaré a trabajar fuera de casa. No queda otra. Después de un año dedicado a cuidarlas, hay que volver a la batalla, a otra batalla. En cualquier caso, pronto cumplirán un año y me parece una edad más que ideal para las mellizas empiecen a relacionarse con otros niños de su edad, pese a lo que muchos puedan pensar.

Claudia y María tienen exactamente la misma edad que Alfonso cuando comenzó a ir, y oye, la experiencia con él fue muy positiva. Tampoco considero que sea pronto, y eso de que en la guarde se cogen más enfermedades, bueno, tampoco estoy del todo de acuerdo.

Además, ¿hay una edad recomendada para llevar a los niños a la guardería? Yo creo que es más una cuestión de necesidad. Hay niños cuyos padres se deben incorporar al trabajo tras las bajas pertinentes y llevan a sus niños a la guardería con apenas cuatro meses. También hay madres o padres que no trabajan y deciden no llevar a sus hijos a las escuelas infantiles y dejarlos en casa con ellos hasta que comienzan el colegio. Y está el otro extremo, padres que no trabajan fuera de casa pero creen que la escuela infantil es necesaria para el desarrollo del niño, o simplemente necesitan ‘desconectar’, por decirlo de alguna manera, de los niños en una edad  en la que nos absorben completamente. La decisión de llevarlos o no también puede venir por cuestiones económicas. Todas son decisiones totalmente respetables.

Yo, personalmente, soy bastante partidaria de estos centros infantiles. En mi opinión, ayudan a los niños desarrollar ciertas habilidades; aprenden a comunicarse con otros niños; adquieren  buenos hábitos, por ejemplo, a la hora de comer, de compartir juguetes, de esperar su turno; ejercitan la memoria aprendiendo cuentos y canciones; y comienzan a adquirir los primeros conocimientos.

También creo que la adaptación es mucho mejor cuando los niños son más pequeños. De hecho, Alfonso ni sollozó el primer día que lo dejé en la guardería. Y cuando comenzó el cole, el primer día me fui con el alma compungida de verlo cómo lloraba. Y eso que estaba acostumbrado desde pequeñito a la rutina y los niños de su clase eran todos con los que había estado en la guarde, porque en los pueblos pequeños pasa eso. Pero había cambiado el ambiente, había muchas caras nuevas y su maestra no era  la misma. Pese al terror inicial, le costó muy poco tiempo adaptarse.

El otro día, cuando las mellizas fueron a la guarde por primera vez, estaba mucho más tranquila que con Alfonso. Ya pasé la novatada de madre primeriza cuando me sentí fatal al dejar al niño en aquella clase y me fui a trabajar. No paré de mirar el móvil en todo el día pensando que, de un momento a otro, me iban a llamar para decirme que estaba llorando desconsolado y que no podían hacer nada para calmarlo. Pero no, pasó toda la jornada como un campeón hasta que lo recogí a mediodía. Al año siguiente, cuando ya era un poco más mayor, si pasó por una época en la que no quería ver la guarde ni en pintura, pero afortunadamente fue algo pasajero.


Si queréis consejo, ante el primer día de guarde de nuestros niños tenemos que mostrarnos tranquilas ante ellos, contentas y normalizando la situación lo máximo posible. Es mejor despedirnos con un beso que desaparecer a la primera de cambio, aunque soy consciente de que a veces no queda otra opción. Pero, sobre todo, actitud positiva. 

Comentarios

  1. Hola Maria del Mar!
    A ver si ahora se me publica el comentario, que antes tuve problemas.
    Yo creo que las escuelas infantiles tienen muchísimos beneficios para los peques, que están al cargo de profesionales que los saben cuidar y enseñar muy bien.
    Sin embargo no creo que sean imprescindibles, es decir, lo que los niños aprenden allí, lo aprenderán tarde o temprano en el cole... en la vida...
    La principal desventaja que le veo son los virus infernales, aunque no atacan a todos los niños por igual.
    Al final es lo que tú dices, todas las decisiones son buenas.
    Mis mellis empezaron en la guarde con 26 meses, pero ya desde los 18 empezamos a ver que lo "necesitaban" (eran demasiado para la señora que los cuidaba). Ahora al peque (casi 2 años) no tenemos intención de escolarizarlo hasta los 3 años, pero porque es la opción más cómoda para la familia.
    Un abrazo
    Ana

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    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario Ana! Estoy de acuerdo contigo, las guarderías son un servicio a las familias y ya si los peques aprenden cosas buenas pues mejor que mejor. A mi me ha pasado igual con las mellizas, pasar todo el día juntas estaba siendo agotador, parece que se les cae la casa encima, gatean y no aguantan en ningún sitio. Así que la guarde nos ha venido genial a las tres, jeje. Y cruzo los dedos para que los virus no se ceben con ellas. Un abrazo

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