Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2017

(Carta de repulsa) Por aquí no volváis ni de paso

Odiados virus y bacterias: que sepáis que ha sido muy desagradable teneros alojados en mi casa durante las dos últimas semanas. Claro, con tres niños pequeños, ¡qué mejor sitio para acampar!. Os habéis presentado en masa y sin avisar. Me habéis puesto la casa en cuarentena, pasando por todos y encarnados en múltiples formas: tos con mocos para la pequeña María; gripe con fiebre alta para Claudia; y placas de pus en la garganta para Alfonso.  Y a mí, que sólo estoy acostumbrada a un despertar nocturno para el bibe de las mellizas, me habéis puesto a prueba. Qué sepáis que he logrado sobrevivir a vosotros –de momento- pero estos días me ataca el sonambulismo. Paso las noches de un dormitorio a otro, tomo las temperaturas, que si un vaso de agua, prepara un bibe, el paracetamol, saca los mocos, que si llora una y me despierta a la otra… En fin, se me saltaban las lágrimas cuando veía amanecer.

Un embarazo en forma

He de reconocer que nunca he sido de hacer mucho deporte. Aunque soy de la opinión de que siempre se puede cuando se quiere, la verdad es que últimamente he podido poco. Los tres pequeños me dejan muy poco tiempo para mí y los ratillos que pillo los dedico a otras cosas, la verdad. A mí entrenar por entrenar es que me aburre, pero estoy deseando retomar alguna actividad dirigida. Cuando no tenía hijos practicaba aquagym a diario y estaba súper enganchada. Después de hacer gimnasia, una como que se siente mejor consigo misma y tiene la sensación de estar haciendo ‘algo por la vida’. Fue hace un par de años cuando conocí el método Pilates gracias al Centro de Fisioterapia Rocío Jiménez, mi fisio de cabecera y ahora también la de este blog. En su centro ofrece clases de Pilates con grupos reducidos y me apunté, básicamente, por dos motivos: para recuperar el suelo pélvico que se había quedado bastante tocado tras mi primer embarazo y ya de camino para hacer una puesta a punto d

Esas pequeñas intrusas recién llegadas

Alfonso y yo, semanas antes de dar a luz Este puede que sea uno de los post más personales que voy a compartir. Pero me consta que lo que voy a contar también les ha pasado a otras madres con la llegada del segundo hijo. Alfonso ha sido hijo único hasta los cuatro años. Cuando ingresé en el hospital para dar a luz a las mellizas, estaba más preocupada por cómo estaría él que por lo que estaba a punto de pasar. Por lo general sabía que estaba bien, lo dejé con la familia y él siempre se siente súper a gusto, pero me refiero a qué sentiría él sabiendo que su mamá estaba en el hospital y  cómo viviría el nacimiento de sus hermanas, cómo se imaginaría que sería todo. Horas después de nacer las mellizas,  Alfonso vino a verlas. Entró a la habitación, se acercó a las cunas, las miró y enseguida se puso a jugar con su padre. Él sólo vio a dos niñas recién nacidas, dormidas  y con poco juego que dar. Su reacción fue totalmente normal para un niño de su edad.

Familia numerosa al volante

Si la vida te da familia numerosa, que al menos te pille con un coche grande. No es lo mismo colocar a cinco adultos en un coche, que a tres niños y dos adultos. Ahora, con la nueva normativa, todos los niños que midan menos de 135 centímetros deber ir en el asiento trasero, pero no todos los coches tienen espacio suficiente para colocar tres sillas de bebé en la parte de atrás. Fuente de foto ¿Qué hacer entonces? Es verdad que la normativa contempla algunas excepciones que permiten colocar a algún peque delante: cuando el vehículo no disponga de asientos traseros; cuando todos los asientos traseros ya estén ocupados por otros menores de las mismas características; o cuando no sea posible colocar en los asientos traseros todos los sistemas de retención infantil.  Y esta última excepción sería la válida para los coches pequeños en los que sólo caben dos sillitas (atención al airbag, que debe desactivarse si la silla se coloca en sentido contrario a la marcha).

No todas podemos dar el pecho, y no es un mito

Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, planeaba darle el pecho por lo menos hasta los seis meses como recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud). En las clases maternales consolidé el plan con la gran afirmación que las matronas repetían hasta la saciedad: “Todas las madres pueden dar el pecho”, que venía a significar algo así como que si no le daba el pecho a mi bebé era porque yo no quería. Y toda la información que busqué en Internet sobre el tema no hacía más que reafirmar la cuestión. Y así fueron pasando los días preparto, empapándome de conocimientos sobre la lactancia que luego aplicaría llegado el momento. He de reconocer que  me obsesioné un poco con el tema, yo quería dar el pecho sí o sí. Además, todas las amigas que habían tenido hijos recientemente pudieron hacerlo, estaba más que segura de que yo también podría.