La primavera es
sin duda la mejor estación del año para visitar El Valle de Lecrín. Para los
que aún no tengan el privilegio de conocer esta zona, decir que El Valle de
Lecrín es una comarca situada al sur de Granada y compuesta por un total de 17
pueblos repartidos en 8 municipios. En esta ocasión, me voy a centrar en el
municipio de El Valle que dicho sea de paso es mi pueblo y que está compuesto
por los núcleos de Melegís, Restábal y Saleres.


Podemos comenzar
la jornada con este recorrido que tiene su inicio en Melegís, concretamente en
el Mirador de las Alvirillas. Es un
mirador para pararse a disfrutar porque además de contener el panel principal
de la ruta, el sitio en sí es un monumento ya que posee diferentes esculturas
muy originales y coloristas que imitan a los muebles del salón de casa. Además,
desde este mirador podemos observar uno de los mejores paisajes de El Valle.
Después de pasear
un rato por el mirador podemos comenzar la ruta. Yo la he recorrido
personalmente y puedo decir que es una ruta apta para todos los públicos. Niños
de 4 años en adelante pueden realizarla sin ningún problema. La ruta en sí es
circular y discurre por caminos agrícolas entre agua y naranjos. Tiene un nivel
de dificultad baja y una distancia de 5 kilómetros, por lo que su duración es
aproximadamente de una hora y media. Durante el recorrido tendremos que cruzar
un río que, normalmente, no suele llevar mucha agua. Veremos también gran parte
de la plantación agrícola de cítricos que posee el municipio, disfrutaremos al
máximo de sus paisajes y llegaremos hasta Restábal para dirigirnos hacia la
cola del pantano de Béznar, uno de los pueblos colindantes.
Una vez terminado el recorrido nos encontraremos de nuevo en el punto de inicio de la ruta. Es hora de hacer una parada para comer y degustar la gastronomía más tradicional de la zona. Para ello, recomiendo el Restaurante Los Naranjos, que se encuentra frente al Mirador de las Alvirillas.
El restaurante en
sí es ideal para familias ya que posee una estupenda terraza con vistas para
disfrutar del paisaje y un parque infantil con césped y columpios. Además,
tiene una amplia carta con platos especialmente pensados para niños y sin gluten.
Si buscas comida típica, no podrá faltar en tu mesa el Remojón, el Bacalao a la
Naranja o los postres con cítricos.
Después de comer y
si aún nos quedan fuerzas, siempre podemos dar un paseo por el pueblo y visitar
su iglesia, declarada Bien de Interés Cultural, o su antiguo Lavadero, que aún
hoy es usado por algunas vecinas del pueblo.
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